miércoles, 26 de agosto de 2009

Diente de león

De todas las cosas que no ocurrirán,
la que más voy a extrañar
son aquellas vacaciones en la playa
cuando ocupamos la cabaña junto a los médanos,
y tomábamos café instantáneo en vasos de lata
a la hora mágica en que mechones salados dibujaban
tatuajes maoríes sobre la comisura de tus labios
y sobre tu frente.

Pasándola

Hoy puse en mi nick: "haciendo eso que nadie quiere hacer". Una fracesita inocente. Podría ser laburar porque estoy en horario de laburo, pero no: es pasarla mal. Claro, podría haber escrito "padeciendo eso que nadie quiere padecer" o "sufriendo eso que nadie quiere sufrir", pero ocurre que veo mi cuota de responsabilidad en todo esto, en pasarla mal, quiero decir. Me reclino hacia atrás en mi silla, miro por la ventana y me digo que no tengo ningún motivo para sentirme desdichado, y sin embargo, ahí está esa nube negra suspendida arriba de mi cabeza, invadiendo y tiñendo mi todo. Me intereso poco en las cosas, me pongo apático, me importa todo bastante un pito, la verdad. Y eso que me cruzo con gente interesante, chicos llenos de vida e inquietudes válidas. Y me siento privilegiado en muchos aspectos: tuve una buena educación, no tuve privaciones de ningún tipo (por lo menos no de las básicas, de las otras claro, pero quién no), tengo amigos que me quieren y a quienes quiero, tengo un laburo que me permite vivir sin estridencias y darme ciertos gustos, pero que sobre todo me da un tiempo razonable para hacer un montón de cosas que me gustan y no dañan a nadie (dicho sea de paso, mucha gracias, señoras hordas de filósofos y economistas, que no han sabido lidiar exitosamente con el tiempo, será por eso que su valor es tan hermosamente inasible y no hay teoría del valor - ni de utilidad marginal ni marxista - que valga - la redundancia). Tengo entonces un cierto tiempo, hago más o menos lo que me gusta y no tengo problemas físicos de consideración (por lo menos no que yo sepa), la croqueta me funciona más o menos correctamente (puedo ir a comprar un kilo de cebollas sin que me estafen más que al promedio de la población). Entonces, qué mierda me pasa? Pasa que siento que algo me falta. Y me detengo en eso. Me bloqueo, supongo. Pero qué es? Yo entiendo la vaciedad, entiendo que no hay que apegarse, entiendo todo eso, pero es como ir a terapia, viste? Cuando estás ahí lo deconstruís todo y lo intervenís y lo reformulás un primor y sos gardel, pero caminás hasta la esquina y ya sos de vuelta un orangután con zapatos (y con miedo de perderlos, encima) Mierda. Para qué quiero estar despierto? Para aprender. Qué? Tal vez debería volver todos los días a casa y prender un churro así de grande para quedar flotando a media agua mirando el cosmos pasar, esperando que venga la sombra a tirar alimento en mi pecera, como el axolote de Busqued.

martes, 25 de agosto de 2009

La hora del mono

Estoy curioso por ver cómo esta tenaza que me aprieta la mente se va a disolver poco a poco hasta convertirse en nada. Ahora que me animé a lanzarte en el vacío, ahora que me animé a soltarte la mano, quiero ver si mi enganche por vos es un capricho o si es algo de verdad. Ya no confío en mis impresiones. Demasiadas veces creí que mi amor era constante y fuerte y con el tiempo se reveló débil e intermitente e insustancial. Me da miedo que esté actuando otra vez la histeria, esa amiga que me acompaña desde la más tierna infancia, cuando me enamoré en tercer grado de Maria Teresa, la chilenita que gustaba de Maximiliano. Ahora quiero ir a fondo con el experimento: me la voy a bancar a ver si esto que me ocupa la cabeza es un pasatiempo o si de verdad las cosas que nos dijimos son sólidas. Y no quiero justificar nada, no quiero demostrar nada de lo que no soy, porque los personajes son cansadores, te toman y no te dan respiro, te ocupan partes de la cabeza que deberíamos usar para ver lo que está acá, ahora.

lunes, 17 de agosto de 2009

Todo estrellas

Mis conversiones en ocho, cuarenta de Brasil
son bases sobre las cuales arrancar, diría.
Quizás, después de verte otra vez
vuelva a creer.

martes, 4 de agosto de 2009

Hilachas subterráneas

"Te hago una adivinanza? Sabés qué día es mañana?"

"...no se come... es de lana. Mentiroso, nada me compraste, si no saliste."

"Lo único que me voy a llevar a la tumba va a ser lo que dijiste en esta vida."

"Ésta semana nos toca la era del hielo."

Aquí

Aquí, con un poco de susto,
un poco de aburrimiento, un poco de sueño,
soñando ya que estoy con vos. Mirando caras
que se amoldan y pasan desapercibidas (quieren)
mientras dura el encierro.