viernes, 30 de octubre de 2009

Barco

Un barco al puerto
lleno de cosas de la china (de las otras)
Cosas con permisos que no serán limpios,
que irán a satisfacer hambres insaciables
que son hambres imposibles
de gentes que no saben ni conocen el sosiego.

Las papas, las lechugas están bien.
Son de buena leche y de un mundo alienígena
en el que se vive lleno de optimismo.
Una papa germinada de hijos
y una hoja verde de la revolución productiva
llenan de átomos esta nada que voy
paseando de una punta a la otra de la chakra.

Vuelvo por la vereda rota
con mis zapatos de hacer semblante,
con la cara dura de sueño
y me digo cómo es que todavía
sigo metiendo mi vida a quemarse
ridícula, en las casitas vistas de arriba.

sábado, 24 de octubre de 2009

Siesta

El niño jugaba con la calavera.

Le hacía dar cabriolas, la hacía esperar adelante

Le hacía chito, le hacía sostener el plato caliente

La hacía reir, la calavera reía

La hacía llorar, la calavera reía.

miércoles, 14 de octubre de 2009

No más que hasta el fondo

Eso, hasta el fondo. No es fácil ser coherente con este enunciado, pero lo escribo a ver si algo me hace click en el fondo del cerebro. No quisiera conformarme con quedarme en la superficie de las cosas en las que me embarco, como el arte o el amor, pero me cuesta enormemente no quedarme pegado en los adornos de las cáscaras. ¿Para qué quiero una historia en la que no pueda investigar de verdad cómo es el otro? O es que no quiero saber cómo es el otro? Por estos días me estoy considerando demasiado. Me dieron un poco de soga y otra vez caí en la soberbia, y me pongo exigente, demandante e infantil. A veces pienso que no es mucho pedir estar un poco del otro lado, del que tiene derecho a elegir (tal vez después de todo elija, pero no conscientemente). En fin, hagamos eso que hacen los sabios: reservémonos el derecho al berrinche para otro momento.