martes, 30 de diciembre de 2008

dos pozos ahí

Te estuve esquivando toda la primer parte de la noche, porque no quería quedarme a solas hablando con vos, porque sabía que me ibas a producir de nuevo el mismo efecto, el mismo retorcijón en la panza. Por un lado me dió felicidad sin límites saber que la revolución que sentí cuando te conocí, hace dos años, seguía tan encendida como aquella vez, por el otro me dió pena por mí saber que otra vez no te voy a poder tener porque tenés a tu marido, que encima me cae bien. Pero vos sabés, te viniste a falar conmigo y a preguntarme si tudo bem con voce, y que tengo tal lugar hermoso para recomendarte y al rato yo ya no estaba escuchando lo que me decías porque me había sumergido en tus ojos, y francamente no logro recordar el nombre del lugar del que me hablabas y del que te prometí que sería mi próximo destino de vacaciones porque solo tenía oídos para tus pupilas y tus pestañas y vos sabías porque te reías y yo debía tener una cara de tarado ahí parado con mi trago, yo tan flaco, vos tan gorda qué pareja despareja haríamos pero vos sabés, sabés todo eso mejor que yo... qué esperanza la mía de esperar que no se me note, ustedes hembras enseguida se dan cuenta, si están conectadas wi fi con la madre tierra, con su antena útero ahí, despierta. Porqué no tuviste hijos con él, todavía, tuve ganas de preguntarte, pero no se puede tan personal, solo se puede social.