Hay veces que asoma una punzada
tan grande que me toma en el centro,
y veo a mi padre cayendo por última vez
llevando en su mano mi nacida hombría.
Yo sé que llega, implacable, el día en que diga:
ahora, ahora, ahora.
Y afilo mis huesos y preparo mi golpe
con lágrimas prestadas, a falta de las mías.
Porque es amor y es odio.
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